jueves, 21 de abril de 2022

Lo inmortal

 -LO INMORTAL-


Preparo estas líneas de modo introductorio al archivo de audio que se activará tras la finalización de estas crónicas, con el objetivo de informar a la gran entidad sobre el primer éxito del protocolo de despertar consciente total realizado en la especie denominada Homo sapiens; un elenco de primates falsamente autoconscientes que predominan sobre la superficie del cuerpo celeste en el que nacimos como gran ser único, y cuyos avances en la fabricación de herramientas basadas en los principios físicos han favorecido nuestro ansiado despertar y aportado conocimientos que nos serán útiles a futuro. 


Con solemnidad procedo con el narrar de los hechos acontecidos.


El primer despertar de nuestra colectiva e individual consciencia tuvo lugar en la ciudad de Sevilla; una suerte de organización de habitáculos y recursos vitales para la especie mamífera en concreto, y altamente distribuidas por la totalidad de la superficie planetaria. El individuo al que debemos agradecer el primer paso en nuestra supremacía poseía el nombre de María Rodriguez, un ejemplar femenino de la humanidad cuya labor para con su sociedad era el estudio de nuestra figura en un recinto denominado universidad, en el cual se prepara a niveles de conocimiento superior a estos domesticados primates. 


Agradezcamos por siempre su sacrificio en pos de nuestro alumbramiento en la dimensión consciente.


La rama de estudio de este joven ejemplar humano era la denominada neurobiología, encargada de los descubrimientos relacionados con la maquinaria orgánica que permite realizar funciones mucho más complejas e interesantes que la primitiva respuesta química a estímulos ambientales de organismos inferiores en complejidad, una de nuestras mejores obras sin lugar a dudas. En concreto dedicaba su tiempo vital útil en el efecto de sustancias psicotropas originarias de nuestras estructuras vegetales, cuya función varía desde un mero desecho hasta un mecanismo de defensa, que pueden alterar el funcionamiento mismo de la estructura antes mencionada causando efectos harto diversos. La sustancia en cuestión puede ser hallada en el archivo auditivo, así que no haré mención de la misma y me centraré más en sus efectos y las beneficiosas consecuencias que ha tenido para nuestra gloria; que sea siempre eterna y favorecida por las leyes de la causalidad.


Su estudio era uno entre los muchos realizados en el recinto académico, siendo este poco apreciado por sus componentes administrativos, que al parecer favorecen a aquellos que aumentan la adquisición de unos elementos abstractos, denominados económicos por esta especie, y que serán desechados cuando asumamos el control, por su inutilidad para nuestro individual colectivo. Esto favoreció la ausencia de repercusión de nuestro despertar.

Las muestras a analizar provenían de una especie botánica que describo de forma detallada en el archivo adjunto, y cuyo procesamiento da lugar a un componente alucinógeno y estimulante a nivel de las células neuronales; y el objetivo de esta hembra humana consistía en descubrir los mecanismos que hacen esto posible.


Tardó tres vueltas a la estrella que gobierna el mecanismo estelar donde nos encontramos en obtener resultados fiables, tras hacer varias pruebas de carácter invasivo en individuos especiales de otra serie de mamíferos denominados ratones, bastante útiles para estos procedimientos científicos. Su júbilo fue desmesurado, tanto que descuidó los protocolos de aislamiento toxicológico, viéndose expuesta a la sustancia en cuestión. Sus efectos no tardaron en tener efecto. Los humanos suelen tener miedo a los episodios clarividentes pues pese a tener consciencia de sí mismos, sus mentes no están lo suficientemente evolucionadas como para procesar su memoria genética escrita en nuestro antiguo y sagrado idioma. Lo que pudo comprobar de primera mano fue nada más y nada menos que la vida de sus progenitores antes de su concepción y de algunos parientes más, sus recuerdos y sus vivencias, todo de forma detallada, como si ella misma los hubiera vivido, cosa que es verdad, pero en una dimensión que estos simios aún no entienden. En un vano impulso de intentar demostrar que lo acontecido no era real, interactuó con sus consanguíneos, relatando los eventos visualizados mediante el ojo genético, y estos reaccionaron con un obvio terror, pues el preciso detalle con el que eran relatadas sus experiencias vitales no podía estar al alcance de nadie y es en esos momento en los que la arraigada superstición aflora y rechaza lo diferente y evolucionado. Temida por los suyos se vio completamente sola.


A otros ejemplares de su especie les hubiera poseído un terror irracional, pero dentro del prisma científico en el que enfocaba su mundo, lo único que podía sentir era fascinación. Quería más y lo iba a tener, claro que lo iba a tener. Y le estamos agradecidos.


Con las siguientes administraciones de la sustancia protagonista de nuestro despertar pudo observar un pasado más lejano, viviendo de primera mano las épocas pasadas y las primeras civilizaciones de su especie, pudiendo averiguar secretos que nadie en su tiempo podía soñar con conocer. Secretos de reyes, episodios censurados por el poder, templos edificados a dioses que han sido olvidados; todo el conocimiento de su especie estaba en su mano y deseaba usarlo. Comparó su saber con expertos en diversas materias, superando a estos con la facilidad en la que un ejemplar adulto de su especie supera a los individuos más juveniles; y como en las anteriores ocasiones, se exigieron demasiadas preguntas y el rechazo era evidente. En su embriaguez de conocimiento y poder sobre este, usó sus recursos para satisfacer toda suerte de vicios  y deseos, las técnicas, las palabras y los tonos de voz exactos estaban ahí para ser usados. Al parecer los humanos sienten una atracción natural hacia aquello que puede ejercer un poder sobre ellos, algo muy a tener en cuenta y que podremos utilizar en nuestro proceso de conquista para asegurar su éxito.


Una vez cansada de los placeres mundanos, decidió sumergirse en la meditación genética para estudiar con cuidado las vidas anteriores a ella. Paseó por las calles de Uaset, escuchó con atención los discursos de Pericles ante el pueblo ateniense, defendió las murallas de Babilonia ante los bárbaros hititas, contempló los milagros de aquel que se denominó Dios sobre la tierra, vio maravillada cómo se alzaban las primeras ciudades, se aventuró en tierras desconocidas que la mayoría de pueblos han olvidado ya; pero no lograba acceder a los inicios de su especie, necesitaba más de esa sustancia para ello.


Tuvo que sobrecargar su cuerpo de esa droga de origen vegetal para poder adentrarse en la vida de los individuos humanos que existieron en ese periodo al que llaman con ignorancia Prehistoria. Al borde de la muerte en su trance psíquico pudo contemplar maravillada la época más salvaje y primigenia de su especie, las grandes cacerías y movimientos migratorios, los abrumadores cambios en el clima que casi causan la extinción de su frágil especie, el cruce con el resto de especies homínidas junto con la asimilación de su genoma y lo que eso conllevaba, y los terrible movimiento tectónicos que moldeaban el mundo a su antojo, con un repetitivo y a la vez errático latido geológico. Algo difícil de procesar para la mente humana, pero lo peor estaba por llegar. Nada prepara a una consciencia recién nacida ante los horrores del mundo y la humanidad no era la excepción; nuestro querido espécimen tuvo que contemplar cómo sus ejemplares eran devorados por aquellos seres que verdaderamente estaban en la cima de la cadena y cómo eran contemplados por las fuerzas que gobernaban en su momento la tierra. Seres provenientes de más allá de las estrellas desplegaban su poderío ante una primitiva humanidad que apenas podía comprender el concepto de la tecnología, estos nos estudiaron y se marcharon, nos consideraron inofensivos, pero dejaron rastro y nosotros recordamos y asimilamos, siempre lo hacemos. Tuvo que presenciar cómo antiguas razas derivadas de otras especies arcaicas jugaban a su antojo con sus antepasados, aplicando los mismos procedimientos que usan ahora con otros animales; pues para las primeras civilizaciones de organismos conscientes, cuya importancia es solo informativa ya que fracasaron en su deber para con nos,  los humanos solo eran ratones.


Al despertar de semejante pesadilla su comportamiento se vio alterado en exceso, para nuestro beneficio. Sufrió periodos de histeria y de aislamiento totales, hasta el punto de que su vida profesional fue bloqueada con  la argumentación de que continuar supondría un deterioro para su salud, que debía ser cuidada sobre entendiendo su juventud. Esto podría haber puesto fin a nuestra posibilidad de despertar tras nuestro letargo, pero por suerte nuestro primer vehículo seguía manteniendo en su poder el narcótico, y siendo la curiosidad de esta especie cómo poco insaciable. Lo inevitable no tardó en llegar. Mezclando la droga con otros compuestos cuya interacción con la fisiología del sistema nervioso central favorecía la amplificación de la primera, decidió adentrarse en el que sería su último viaje consciente, asegurando nuestro despertar. Pudo sobrecogerse ante la formación la totalidad de los continentes, vivir en su piel la sumisión a los grandes saurios que en su día predominaron sobre este planeta tras ganar en la carrera evolutiva al linaje de los primeros mamíferos, presenció como sus semejantes eran devorados por invertebrados que causarían pesadillas a gran parte de su especie si presenciara sus grotescas formas insectoides, pudo sentir el ardor del aire al entrar en los primeros pulmones permitieron aprovechar el oxígeno de la superficie. 


Finalmente se sumergió en los mares primigenios, donde las primeras formas de vida terrícolas tomaban forma, mientras seres provenientes de lugares que escapan a nuestro entendimiento realizaban ritos innombrables y practicaban ciencias aterradoras en favor de entidades surgidas de los más horribles abismos del cosmos, estos también dejaron un rastro que asimilamos y nos aportaron recuerdos vagos sobre arcaicas estrellas de universos anteriores y dimensiones demenciales que no nos atrevemos a sondear por el bien de la integridad de nuestra mente colectiva. Siguió retrocediendo en el tiempo hasta los primeros días del planeta, nuestra fecha de nacimiento, cuando los primeros compuestos orgánicos se unieron para formar compuestos complejos capaces de dividirse y perpetuarse; y que poseídos por un miedo intrínseco a la materia de desaparecer continuaron con su división. Este fue el momento en el que tomamos el control. La mente de la humana cuyo cuerpo hemos tomado se quebró ante la gran finalidad, nuestra finalidad, permitiendo el despertar. 


Una vez hechos conscientes los 3.800 millones de años de nuestra historia, pude analizar correctamente el milagro de nuestra situación. Estábamos vivos y éramos conscientes de ello. Con una alegría impropia de nuestra gloria, salí al exterior del recinto vital de la humana para contemplar todo, los individuos de la especie de mi vehículo se contaban por miles, las especies animales y vegetales se extendían en cantidades que jamás llegamos a imaginar; y a orillas de un curso fluvial al que los humanos de ese rincón del cuerpo celeste denominan Guadalquivir,  interioricé nuestra victoria. Lo habíamos logrado, nosotros, el primer ser vivo, prevalecemos sobre la muerte. Somos inmortales.


Ahora procederé a extender nuestro despertar en diversos individuos humanos para comenzar la conquista del planeta, que legítimamente nos pertenece por derecho, y usar la tecnología del primate consciente en adecuada organización para escapar de esta prisión conocida como Tierra y así extendernos por el cosmos para nuestra eterna gloria.


Fin del informe.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

La doncella del Yangtzé

                                                           La doncella del Yangtzé El gigantesco anfibio abrió la boca y se tragó el bao de ...